Te contaré una historia que más bien es una especie de radiografía de ese fenómeno nada novedoso llamado globalización. Y digo “nada novedoso” por que la globalización está presente, incluso desde antes de que el hombre aprendiera a producir el fuego:
En una tierra no muy lejana llamada Liberalia, una especie de viejo chamán creó una formula ingerible a la que bautizó con el nombre de “In”. Aquélla bebida era bastante misteriosa para los mas exquisitos paladares: a pesar de que no era nada eficiente contrarrestando los efectos de la falta de agua en el organismo humano, no embriagaba y estaba compuesta de sustancias que parecían obtenidas de algún laboratorio terrorista, esa bebida siempre estuvo de moda en la mesa de los pobladores de esa no muy lejana tierra, desde que se comenzó a producir en serie. Un poco a la derecha de la cuna de la famosísima bebida, había un terruño de tierra llamado Ningún Lugar, donde gobernaba El Padrino (nombre cariñoso con el que los medios de comunicación bautizaron al líder de la Revolución) con mano dura pero “siempre justa”. En Ningún Lugar parecía ir todo a marcha de ruedas, salvo algunos “revoltosos y huevones” que en su “inmadurez y oportunismo” cantaban odas contra el “sacrosanto” régimen del Padrino.
Rodolfo Rino, quien por una beca logró estudiar poética en el extranjero, después de algunos años regresó a su amada tierra natal Ningún Lugar. Rino se veía distinto, no de una manera desagradable, sino mas bien de orgullo para sus padres. Siempre fue un chico bien educado, se veía en sus ojos esa madurez que otorgan los golpes que da la vida fuera de la casa paterna. También algunas costumbres fueron adoptadas por el joven, como la adicción por la bebida In, por ejemplo, pero que al ser una costumbre reflejada en los extranjeros y en los circulos altos de la sociedad, no se le percataba como adicción. Al muchacho se le veía como un homo modernus siempre con su bebida pegada al hocico. Cuando Rodolfo regresó a casa y salió en una noche de viernes a buscar su afanosa formula encontró que en el único lugar en el que El Padrino permitía su venta era en la tienda del centro de la ciudad, en la cual, el susodicho líquido costaba casi un testículo por no decir mas. Con su perspicaz olfato para identificar gatos encerrados e insistencia filantrópica que le caracterizaba, dedujo que el exorbitante costo de la botella era originado por las políticas revolucionarias del Padrino: para evitar la destrucción de la cultura de Ningún Lugar, El Padrino había adoptado medidas drásticas como el embargo a In Corporation y su eventual alza de precios, pues en las rigurosas observaciones sociológicas, el jefe de gobierno había encontrado que Liberalia planeaba conquistar Ningún Lugar destruyendo la espiritualidad de los ningunénses con el arma mas efectiva, pacífica y silenciosa de todas: la cultural. Entonces para evitar el riesgo de la mansedumbre y decadencia social, las autoridades restringieron los productos fabricados por la nación vecina.
El joven egresado que tenía la idea de libertad y progreso social tan arraigada en lo mas profundo de su alma, envió una amistosa pero concisa carta al presidente de la república, en la cual exponía sus argumentos sobre las contradicciones y futuras devastaciones en la economía nacional a causa de las modificaciones sociales del gobernador, así como las ventajas de confort social, evitando privar a sus ciudadanos de ciertos (pseudo)comestibles (y chucherías). La respuesta del rey, es decir, del democrático monarca, fue la misma que le daba a todos los primerizos: nunca llegó. Nuestro joven héroe pasó de mensajes humildes a palabras poco soeces, de cartas grupales a protestas en la vía pública, pero cuando estas llegaron, los macanazos no se hicieron esperar. Al ver todas sus opciones cooptadas y que no eran pocos los gustosos de beber In como lo exigían las modernas y liberales costumbres de los países avanzados, Rodolfo y sus camaradas decidieron formar un grupo armado; se autodenominaron Fuerzas Armadas Por La Libertad De Beber In(FAPLBI). Comenzaron su procesión con comunicados donde se llamaba al levantamiento civil y el derrocamiento de la dictadura padrinal. La milicia de Ningún Lugar comenzó a arrestar a los insurrectos, a otros los desapareció o ejecutó en plena calle y a luz del día. Se anunciaron tantos toques de queda como protestas en las plazas públicas. En unos cuantos días la guerra total estalló. Hubo sangre, muerte y destrucción. El Padrino llamaba a aniquilar a los enemigos de la paz y de la patria, financiados por Liberalia. Por orden federal se cerraron por completo las fábricas de In y las aduanas. Mientras tanto, Rino y su compañeros conseguían dinero de sus amigos pacifistas liberalianos y armas baratas con sus otros amigos filántropos liberalianos vendedores de armas. Al otro lado, en la izquierda del continente, el presidente de Liberalia, veía con horror la opresión que El Padrino le tenía a su propio pueblo, y también miraba con desdén el quiebre de sus fábricas. En su contradictorio pero honesto punto de vista sobre el concepto de libertad, el presidente de la progresista nación inventora de bebidas insalubres, decidió lo que para el era un acto moral y justiciero: cortarle la cabeza a los denigradores de la libertad de beber In y sus mas novedosas presentaciones In Light e In Cero, especial para esas dietas que exigen cero porciento azúcar y cero porciento grasa. Para tal objetivo envió a su séquito de militares a formar una alianza con los subversivos y apresar al dictadorzuelo. Cuando El Padrino cayó por una botella de In Light envenenada, los rebeldes pusieron como nuevo presidente a Rodolfo y desde entonces los ningunenses pudieron ser oprimidos ya no solo por el gobernador, sino por un séquito masivo de vendedores liberalianos llegados a causa de las nuevas libertades de las que ahora ya gozaba la nueva República Democrática de Ningún Lugar.